Y entonces cogió y delante de sus narices, agarró a su chico de la cara y lo besó de tal manera que cualquiera habría deseado estar en su lugar. Lo tocó, lo puso como una autentica bestia mientras el muerto viviente se llenaba de ira. Frente a Cristina, no lo podía soportar. O lo mataba a él o la mataba a ella; porque él, desde el día en que la conoció, ya había firmado su condena.
3 comentarios:
Me gustan esos besos :)
(pero como me gusta ella)
¿Y por qué no pegarse un tiro? Como decía Jim Morrison: "La vida duele, con la muerte acaba el dolor".
Antes que privar a nadie de su vida deberíamos tener el valor de privarnos de la nuestra.
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