-Te dije que lo haría. Ahora no tendrás más remedio que perdonarme, me lo prometiste.
-Es verdad, tonto.
Y tras mirarse un segundo a los ojos y que en la mente de ambos sonase Buongiorno Principessa, lo agarró del brazo como hacía siempre y se lo llevó a la biblioteca. Por el camino hablaron de ella, de él, de su capacidad para hacerla reír.... En nada, llegaron a la biblioteca, donde solo quedaba una de sus amigas. Los tres hablaron, rieron y... y bueno, lo que unos buenos amigos pueden hacer en una biblioteca.
Ahora Jaime estaba ahí, a su lado, leyendo un libro de sexo. Eme estaba en el fondo completamente feliz. Que lástima que de esto, ella no se diese cuenta hasta que, tras haberlo dejado de nuevo en la estación; hubiese recibido de nuevo una llamada ofreciéndole verlo una vez más antes de su partida y ella lo hubiese rechazado. Era espectacular. Estaba totalmente feliz. Aquella tarde había sido totalmente una catástrofe, pero una catástrofe muy dulce.
1 comentario:
Jaime, Eme. Tengo un amigo que me llama así en forma cariñosa. Me ha hecho gracia. Sobre todo porque el mundo está lleno de casualidades sin sentido. Muchas reflejadas aquí :)
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