En verdad, la relación de Jaime y Eme era una de las más bonitas del mundo. Cuando al fin llegó el verano, se volvieron a encontrar en su lugar, y como no, volvieron a sus costumbres, a su vida juntos. No pasaba nada entre ellos dos, y a la vez, pasaba todo. Jamás habían sido novios, excepto para todos los millones de personas que los rodeaban, y aun así, se querían mucho; más que otros novios de verdad. Jamás se habían llevado bien, se pasaban el día insultándose, pero eran los mejores amigos del planeta, y siempre estaban juntos. Se veían como máximo... 1 semana al año, pero la disfrutaban más que toda una vida el uno sin el otro. Eme se ponía histérica cuando su toalla se manchaba un poco de arena, pero hacía todo lo posible para que Jaime la llenase de arena a ella. Jaime se pasaba el día insultándola, pero hacia todo lo posible para que le perdonase cuando se pasaba demasiado. Era lo mejor, y lo mejor, lo mejor de todo ello, es que uno de ellos, no estaba enamorado.